En diciembre, el uso de fuegos artificiales alcanza su punto máximo y el ruido de las detonaciones se
vuelve ineludible. Mientras afuera, el cielo se ilumina con colores y estruendos, dentro de algunos
hogares se vive un ambiente de estrés y preocupación.
Sandra Garai, profesora de Educación Diferencial, activista del espectro autista y profesional del
Centro de Recursos Tecnológicos Inclusivos de la Universidad Católica de Temuco (CERETI),
explica que los fuegos pirotécnicos pueden provocar desregulaciones significativas en personas
neurodivergentes, especialmente aquellas dentro del espectro autista.
Hablamos del meltdown y el shutdown, dos tipos de reacciones que implican un episodio de pérdida
de control, desencadenados por la sobrecarga de estímulos en una combinación de factores. Entre
ellos, la profesional explicó que una de las razones que provoca este tipo de reacciones, se debe a la
sobreestimulación sensorial, en este caso, incontrolable para las personas en el espectro autista. Garai
explicó que si bien es cierto “podemos encontrar alguna estrategia para evitar la exposición a la luz
del fuego artificial, -se puede decidir estar o no estar en el espacio- no obstante, el ruido no es un
estímulo que fácilmente se puede inhibir”.
La Organización Mundial de la Salud establece que el nivel de sonido seguro para la salud auditiva
humana no debe superar los 65 decibelios. Sin embargo, cuando explotan cohetes o petardos, el ruido
puede llegar hasta los 190 decibelios, tres veces más alto de lo que el oído humano adulto puede
tolerar. “Entonces, aunque te coloques audífonos aislantes de ruido o tapones sensoriales, también se
siente no solo a nivel sonoro, porque el sonido viaja a través de ondas y somos -en este caso- más
sensibles”, agrega.
Convivencia
Pese a la creciente sensibilización en redes sociales, algunas comunas del país, especialmente en La
Araucanía, seguirán utilizando fuegos artificiales en sus eventos. Esto podría contravenir la Ley
21.545, que promueve la inclusión y protección de los derechos de las personas en el espectro autista.
“Cuando un municipio organiza estas actividades sin considerar los efectos en las personas
diagnosticadas en el espectro, se está vulnerando sus derechos”, advierte.
Cabe señalar que el artículo 6 de esta ley, establece que el Estado debe eliminar barreras que
dificulten la participación y socialización de las personas en el espectro autista. Por ello, la profesional
destaca la necesidad de considerar a toda la comunidad en la planificación de actividades, por lo que
“es fundamental que las autoridades consulten a sus ciudadanos para conocer sus necesidades e
intereses, utilizando canales accesibles y participativos”.
La educadora diferencial enfatiza sobre la necesidad de crear un canal de comunicación entre la
ciudadanía y las autoridades locales, por ejemplo, a través de una Consulta Ciudadana. Garai plantea
fortalecer la convivencia para las personas del espectro en este tipo de actividades de fin de año, según
los intereses de la población y de cómo tratar de impulsar la accesibilidad para que la celebración en
las casas y entre vecinos, sean accesibles para todas y todos.